País perdiendo su transición generacional
Es la hora de la juventud, esa efímera etapa de la vida en la que se sueña en grande y en la que se corren los grandes riesgos de avanzar para bien, estancarse para mal o retroceder para peor. El bono demográfico, ese fenómeno social que ahora atraviesa el país es, al mismo tiempo, oportunidad y amenaza. Así lo ven los expertos.
José Adán Silva y Luis Galeano
END - 20:04 - 05/09/2010
José Dolores Matus ahora tiene 16 años, y hace tres que cursó sexto grado. Luego se retiró por pobreza del primer año de secundaria, y ahora se pinta la cara con coloretes y hace torpes malabares con naranjas agrias en la avenida que nace en la rotonda Cristo Rey, atraviesa La Radial Santo Domingo, hasta llegar al tope de la vía, en los semáforos del Hospital Central de Managua.
A estas horas de duro sol, las 11:30 de la mañana, debería estar estudiando, preparándose para el futuro y sentando las bases para un desarrollo profesional.
¿Pasará toda su vida así José Dolores? Nadie lo sabe. Lo único seguro es que alguna vez no tendrá las habilidades ni las fuerzas para hacer malabares y pedir, y podría sumarse, años más tarde, a esa peligrosa masa de jóvenes de hoy que corren el riesgo de convertirse pronto en una carga social de viejos y viejas sin recursos para afrontar la vejez.
Y es que según el economista Adolfo Acevedo, cuando se habla del bono demográfico, ese fenómeno socioeconómico que ahora atraviesa Nicaragua, se habla de la oportunidad que tiene actualmente el país de salir adelante, gracias a que la mayoría de su población es joven.
EL NUEVO DIARIO elaboró varias preguntas claves para comprender el fenómeno desde la visión del economista Adolfo Acevedo.
¿Qué es el bono demográfico? El bono demográfico es la transición generacional de una población mayoritariamente joven y económicamente activa (PEA) y la disminución de los grupos poblacionales dependientes, como son niños y adultos mayores.
Se reduce, entonces, el número de niños respecto de los adultos en edad de trabajar, y se reduce la cantidad de consumidores respecto de la cantidad de productores.
Esto debe provocar un crecimiento económico, un desarrollo colectivo, la creación de nuevas fuentes de empleos y un aumento de los ingresos laborales, que al igual que generaría riquezas, servirían de reservas para fondos de retiros y jubilaciones para atender el surgimiento de una sociedad más envejecida y con menos capacidad de trabajo.
¿Cuándo ocurre, por qué y cómo?
El bono demográfico para Nicaragua dura siete décadas, y comenzó en 1970, cuando se tenía la mayor relación de dependencia, y se prolongará hasta 2040, cuando se tendrá la mínima relación de dependencia y la población comience a envejecer.
Como la población infantil ya no aumenta debido a la drástica disminución en la tasa de fecundidad, sino que se reduce, tanto en términos absolutos, como también en porcentaje de la población total, entonces los niños de las anteriores generaciones van creciendo, y alcanzando la edad de trabajar por oleadas sucesivas y con mínimos años de diferencia.
En la actualidad, y desde hace unos años para acá, se estima que un promedio anual de 118 mil jóvenes de ambos sexos alcanzan la edad de trabajar.
La esperanza infantil
La reducción de la tasa de dependencia significa que, por cada persona en edad activa generando ingresos dentro del hogar, habría menos niños dependientes, lo cual representaría, junto con un mayor ingreso per cápita en los hogares, la posibilidad de efectuar una mayor inversión por niño y mejorarle sus capacidades educativas, de salud y nutricionales para enfrentarlo con mejores armas al futuro.
Esto crea la posibilidad de reducir la pobreza en plazos históricos relativamente cortos, porque una niñez sana consumiría menos recursos del Estado, y la Nación podría destinar ese dinero a otras obras de desarrollo.
Beneficios y desventajas
El principal beneficio y ventaja es que en Nicaragua la mayoría de la población (más 65%) está en edad de trabajar y de producir durante los próximos 30 años. Eso garantiza mano de obra, materia gris, y un gran mercado para autoproducir, autoconsumir y generar riquezas.
La desventaja está en el sistema económico actual, en la tendencia a la pobreza y en la falta de oportunidades que vienen acarreando las generaciones de personas desde los años 70, 80 y 90, que fueron décadas de guerra y de tragedias, de atrasos económicos, de ruina académica y de políticas económicas excluyentes y generadoras de desigualdades sociales y económicas.
¿Se está aprovechando el bono?
No. Nicaragua ya consumió la primera mitad del ciclo y no ha mostrado datos que indiquen que se está aprovechando el fenómeno. Esto porque el modelo de desarrollo vigente no genera, principalmente, empleos de alta productividad que requieran de una creciente calificación de la fuerza de trabajo, sino todo lo contrario: casi 7 de cada 10 empleos generados son empleos precarios e informales, de bajísima productividad.
Lo otro es que en contrapartida, la mayor parte de las decenas de miles de jóvenes que anualmente alcanzan la edad de trabajar y presionan en el mercado laboral, siguen haciéndolo con unos niveles de escolaridad tan bajos, que sólo les permiten, casi por el resto de sus vidas, encontrar empleos precarios, informales y de bajísima productividad, que los mantendrán bajo el umbral de la pobreza absoluta, y, lo más probable, fuera de la posibilidad de afiliarse al INSS.
Menos estudios, más pobreza
El último “Reporte de Pobreza” para Nicaragua del Banco Mundial encuentra que las personas con un nivel de escolaridad inferior a bachillerato, es decir, aquellas con menos de 11 años de escolaridad, están condenadas, con una certeza casi absoluta, a vivir bajo el umbral de la pobreza.
En cierto sentido, Nicaragua con sus altos índices de desigualdad está cosechando lo que sembró en tres décadas: al cerrar a los niños y a las niñas de los hogares de menores ingresos --que constituyen la mayoría absoluta de los niños-- el acceso a una educación suficiente y de calidad, se condenó al país a tener hoy una fuerza de trabajo de bajísima calificación, la cual sólo puede ser absorbida por el tipo de empleos que, de manera predominante, está generando nuestra economía: empleos precarios e informales que estancan a los trabajadores en el nivel de pobreza crónica.
¿Qué pasa si no aprovechamos el bono?
Actualmente, sólo el 53% de la población en edad de trabajar se incorpora al mercado laboral. Si seguimos así, nos irá mal. La falta de oportunidades de desarrollo profesional, la falta de empleos, la falta de buenos salarios y las difíciles condiciones de supervivencia, sumado a hechos externos como las crisis económicas internas y externas, los desastres naturales, las epidemias, la corrupción, la violencia y la delincuencia, inciden en el estado de ánimo del 69% de la población de entre los 16 y los 35 años, que aspira a emigrar.
La migración, a su vez, incide en la fuga de mano de obra y en la fuga de cerebros, aunque alimentan las remesas.
Por otra parte, la falta de oportunidades tiene implicaciones en términos de descomposición social: un joven que en vez de estar estudiando está en una calle mendigando monedas a cambio de “trabajos” como payasos o limpiando vidrios, es más propenso a incorporarse a una pandilla para adquirir un sentido de identidad y de poder.
Cirilo Otero: Enorme oportunidad que se pierde Para el sociólogo y economista Cirilo Otero, las autoridades de gobierno no están jugando bien con las variables del bono demográfico, pues no están apostando a un fortalecimiento de la educación que permita una generación de trabajadores mejor capacitados.
“El drama del bono demográfico es que tenemos un potencial de jóvenes y no estamos invirtiendo en ellos, y la mejor muestra es que los niños que reciben clases en los colegios públicos, con costo tienen acceso a un cuaderno y a un lápiz, y los maestros imparten los mismo contenidos desde hace 30 años. No hay actualización, es decir, se dan clases que no sirven para el mundo actual”, dijo Otero.
Indicó que el 63% de la población nicaragüense se encuentra entre los 14 y los 30 años. Éste es un fenómeno que nunca se había visto en el país, porque se trata de una enorme cantidad de gente joven, en la cual se debe invertir dinero para que sean profesionales que, desde sus ramas, compitan como mercado laboral calificado en la región y en el mundo, a través de una buena educación.
“Se debe aprovechar al máximo esto, porque si no invertimos en ellos ahora, dentro de 20 años tendremos un montón de vagos, desocupados, ladrones, lanza-morteros, y prostitutas, porque no van a tener la capacidad profesional de pelear por un cargo en empresas de buena paga”, dijo Otero.
Elementos a combinarse
Para el sociólogo, hay siete aspectos a señalar que indicarían una reducción de la extrema pobreza y de la pobreza, aprovechando el Bono Demográfico.
Lo primero es una educación “sostenible y progresiva”, es decir, al menos un mínimo de 12 años de escolaridad y no el cuarto grado que se presenta en la actualidad.
La salud como punto medular debe ser “preventiva y preservativa” para evitar que nos afecten de manera directa enfermedades de la pobreza (desnutrición, anemia, escorbuto).
“En ese sentido, la salud preventiva tiene como efecto menos gasto de recursos, porque se adelanta al mal con vacunas, aseo, información y cultura”, indicó.
El trabajo productivo sostenible, es otro elemento que debe fomentarse para aprovechar, precisamente, a ese 63% de la población económicamente activa, que está trabajando en el sector informal, y, por tanto, no está produciendo de manera sistemática, “es decir, producimos servicios y no bienes que podemos comercializar en el mercado nacional e internacional”.
La inclusión del Modelo de Desarrollo Económico en la tendencia mundial, es otro paso a dar, debido a que la producción es la misma que la de campesinos del siglo anterior, y ello resulta en rendimientos bajísimos.
De igual forma, se debe aplicar una política fiscal con carácter progresivo que obligue a todos a pagar los impuestos que en ley corresponden de acuerdo con su capacidad e ingresos.
“Esto es porque uno de los empresarios más poderosos del país paga menos impuestos que lo que pago yo, que pago impuestos por una gaseosa, la leche que se toma mi hijo, mientras que ese empresario que gana 70 veces más que yo, paga menos, y si acaso le quisieran cobrar le manda una carta al Presidente y éste lo exonera”, criticó.
Otero indicó que la inversión pública debe ser sistemática en los factores del desarrollo, lo que quiere decir que se deben hacer caminos y carreteras, pero, además, caminos secundarios que sirvan para sacar la producción y facilitar la salida de la producción al campesino.
Y el último punto es la equidad social. Datos del Banco Central de Nicaragua y del Banco Mundial, dicen que en Nicaragua el 10% de la población se está comiendo el 47% del ingreso nacional, y sólo el 20% consume apenas el 32% del total del ingreso. “El resto come miseria”, dijo.
lunes, 6 de septiembre de 2010
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